Mimetismo, engaño y supervivencia… ¿Sabías que?

El mimetismo es un fenómeno fascinante que evidencia la complejidad de la evolución y la constante lucha por la supervivencia en la naturaleza. Desde la imitación sutil del entorno hasta la reproducción de patrones letales, este mecanismo ha sido crucial para que muchas especies desarrollen estrategias efectivas de supervivencia a lo largo de su historia evolutiva.

¿Qué es el mimetismo?

Este fenómeno natural se conoce como mimetismo, una estrategia evolutiva que permite a un organismo imitar características de otro o de su entorno para obtener ventajas clave. Estas imitaciones pueden abarcar la apariencia física, el comportamiento e incluso los sonidos. Esta habilidad proporciona beneficios funcionales, como eludir depredadores, atraer presas o maximizar las oportunidades de reproducción. Existen diversas formas de mimetismo, cada una adaptada a las necesidades específicas de las especies que lo emplean.

Tipos de mimetismo

Se distinguen varios tipos de mimetismo, cada uno con características y objetivos particulares.

Mimetismo Batesiano

Descripto por primera vez en el siglo XIX por el naturalista Henry Walter Bates, el mimetismo batesiano se caracteriza por la semejanza visual entre una especie inofensiva (el imitador) y una peligrosa (el modelo). Dicha semejanza en colores, patrones y comportamientos confunde a los depredadores, haciéndoles creer que el imitador es igual de peligroso que el modelo. Un ejemplo clásico lo constituyen algunas mariposas de la familia Papilionidae, que imitan a mariposas tóxicas de la familia Danaidae. Los depredadores, al haber aprendido a evitar las mariposas tóxicas, también evitan a las imitadoras, aunque estas carezcan de defensas químicas.

El principal beneficio del mimetismo batesiano es la protección contra los depredadores, ya que al parecer peligrosas, las especies imitadoras reducen significativamente las probabilidades de ser atacadas. Este tipo de mimetismo es especialmente eficaz en ecosistemas donde los depredadores poseen buena memoria visual y aprenden a evitar presas peligrosas tras experiencias negativas.

Un ejemplo destacado es el de la serpiente falsa coral (Lampropeltis triangulum), que imita los colores brillantes y patrones de la venenosa serpiente coral verdadera (Micrurus spp.). Los depredadores, al no querer arriesgarse, evitan atacar a ambas especies.

Mimetismo Mülleriano

El mimetismo mülleriano, nombrado en honor al naturalista alemán Fritz Müller, es un ejemplo de cooperación entre especies peligrosas para disuadir a depredadores comunes. A diferencia del mimetismo batesiano, todas las especies involucradas son peligrosas o desagradables para los depredadores. Estas especies desarrollan señales de advertencia similares, como colores brillantes o patrones específicos, que los depredadores aprenden rápidamente a asociar con riesgo.

El beneficio principal del mimetismo mülleriano es que los depredadores aprenden más rápidamente a evitar especies peligrosas cuando estas comparten señales de advertencia (señalización aposemática). Esto reduce la probabilidad de ataque, ya que los depredadores recuerdan sus experiencias negativas con dichas especies.

Un ejemplo notable de mimetismo mülleriano es el de las mariposas del género Heliconius, que habitan en regiones tropicales de América y presentan patrones de coloración similares entre especies tóxicas. También las ranas venenosas del género Dendrobates exhiben colores brillantes y patrones llamativos para advertir sobre su toxicidad.

Automimetismo

El automimetismo, también conocido como mimetismo automórfico, es una estrategia de supervivencia en la que un organismo imita partes de su propio cuerpo para confundir a depredadores o presas. Existen dos formas principales de automimetismo.

En la primera, descrita por Lincoln Brower en 1967, los miembros más débiles de una especie imitan las señales de advertencia de los más fuertes. En la segunda, descrita por Edward Bagnall Poulton en 1890, una parte menos vulnerable del cuerpo de un animal se asemeja a una más vulnerable, como los falsos ojos u “ocelos” que desvían los ataques de los depredadores.

Este engaño visual puede ser crucial en entornos donde los depredadores dependen de la vista para cazar. Un ejemplo fascinante es el de las mariposas que presentan ocelos en sus alas, los cuales imitan los ojos de un depredador más grande, desviando los ataques hacia las alas en lugar del cuerpo.

Impacto en la biodiversidad

El mimetismo desempeña un papel crucial en la biodiversidad al permitir la coexistencia de múltiples especies que, de otro modo, competirían directamente o enfrentarían una mayor presión depredadora. En el mimetismo batesiano, las especies que imitan a otras logran sobrevivir en entornos donde la presión por depredación sería demasiado alta sin la protección que les otorga esta estrategia. A su vez, el mimetismo mülleriano fomenta la diversificación de especies tóxicas, ya que las señales comunes permiten que nuevas especies tóxicas ocupen nichos similares sin ser depredadas.

No obstante, el mimetismo también puede tener efectos negativos en la biodiversidad. Cuando los depredadores no distinguen con precisión entre las especies imitadoras y las imitadas, la sobreexplotación de recursos puede reducir la biodiversidad local. Esto ocurre cuando una especie imitadora se vuelve demasiado abundante, lo que provoca que los depredadores ataquen tanto a las imitadoras como a las imitadas, afectando las poblaciones de ambas.

Equilibrio de los ecosistemas

El mimetismo también influye en el equilibrio de los ecosistemas, al modificar las interacciones entre las especies de una comunidad. Por ejemplo, las presas que emplean el mimetismo para evadir a sus depredadores pueden reducir la presión depredadora sobre otras especies de la comunidad, lo que contribuye a mantener el equilibrio de sus poblaciones. De igual manera, las dinámicas de coevolución impulsadas por el mimetismo promueven la diversidad funcional dentro de los ecosistemas, favoreciendo su resiliencia frente a los cambios ambientales.

Por otro lado, el mimetismo puede generar conflictos ecológicos, particularmente cuando especies invasoras imitan a especies nativas. Esto puede desestabilizar los ecosistemas locales, ya que las especies invasoras suelen carecer de depredadores naturales capaces de reconocerlas como presas.

Reflexión

El mimetismo, con sus múltiples formas e implicaciones, es un recordatorio del ingenio natural en la lucha por la supervivencia. No solo facilita la evasión de depredadores, sino que también impulsa la coevolución y la estabilidad ecológica. En definitiva, este fenómeno es una prueba irrefutable de cómo las especies se adaptan y evolucionan para enfrentar los retos en un mundo siempre cambiante.

Referencias

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