El agua está en el epicentro del desarrollo sostenible y es fundamental para los ecosistemas, el desarrollo socioeconómico, la energía, la producción de alimentos y en general para la supervivencia de los seres humanos. El agua también forma parte crucial de la adaptación al cambio climático y es un decisivo vínculo entre la sociedad y el medioambiente. No obstante, el agua disponible para uso humano representa menos del 1% del agua total del planeta, la disponibilidad de este recurso es escasa y su distribución en el globo es desigual. Además, varía a lo largo del año y está sujeta a cambios provocados por la actividad humana. Debido a lo anterior, es de suma importancia conocer nuestro conusmo a través de la huella hídrica.
Usos del agua
Los usos más importantes que le da el ser humano a este recurso están relacionados con la actividad agropecuaria que representa el 65% del consumo, la industria con 25% y el uso doméstico con 10% del total disponible. Su demanda ha incrementado de manera proporcional al aumento de la población mundial. En las últimas décadas se han multiplicado las áreas agrícolas dependientes del riego para la producción de alimento y la demanda con fines industriales también aumento por la creciente necesidad de producir más bienes de consumo. Ante esta situación, con frecuencia se plantea la pregunta: ¿existe suficiente agua para satisfacer la demanda creciente del mundo?
Conocer la demanda de agua en la elaboración de bienes es de suma importancia para responder la incógnita antes planteada y para lograr un desarrollo sostenible, este nuevo paradigma está basado en garantizar la satisfacción de las necesidades presentes y futuras de la sociedad, lo que significa un cambio en la forma en como producimos y consumimos, así como la forma en como nos relacionamos con la naturaleza. Es así que han surgido métodos que permiten medir el consumo directo e indirecto de agua y con ello, conceptos como huella hídrica, término acuñado en el 2002 por el profesor de la Universidad Twente, Paises Bajos y miembro del Instituto UNESCO-IHE Arjen Hoekstra.
¿Qué es la huella hídrica?
La huella hídrica o la apropiación humana del agua dulce, es un indicador del volumen de agua usado para producir algo, así como de su origen, ya que se puede clasificar en tres tipos: huella hídrica verde o agua de lluvia, es la que se almacena en el suelo en forma de humedad y que se evapora durante el crecimiento de los cultivos y las plantas en general; huella hídrica azul, concepto que hace referencia al agua superficial y subterránea, es la que se utiliza para fabricar un producto o servicio y se obtiene de la extracción de estos cuerpos de agua; y huella hídrica gris o agua contaminada, es la que resulta de un proceso, ya sea para diluir o asimilar los contaminantes para que se mantengan dentro de las concentraciones o limites que las normas exigen.
El análisis de la huella hídrica permite visualizar el uso del agua y también indica el camino que recorre a través de un producto, proceso, industria, consumidor, cuenca, estado o país. En otras palabras, es el agua que utilizamos, con exactitud, para producir un bien, teniendo en cuenta las diferentes etapas del ciclo de vida del producto, desde la materia prima hasta que se obtiene el producto final. De esta manera es posible evaluar si su uso es sostenible e identificar como y donde el consumo impacta los recurso hídricos de manera negativa. Asimismo, nos permite como sociedad ser conscientes del gasto de agua que supone cada producto que consumimos, como por ejemplo, los productos manufacturados o los alimentos que consumimos.
La huella hídrica de la industria manufacturera
El consumo anual de agua en la industria manufacturera representa el 10% del total disponible. La demanda de agua incrementa cada año y con ello se amplía la brecha con respecto a las principales fuentes del recurso, lo que representa una potencial escasez mundial. Esta industria usa grandes volúmenes de agua en distintos procesos y operaciones y pueden variar según el tipo de industria. Algunos de los usos más comunes son: el enfriamiento de equipos y maquinaria; la limpieza y el lavado de estos mismos para mantener los estándares de calidad en la producción; mezclado y dilución de sustancias químicas; generación de vapor y energía; fabricación de productos y la extracción de materias primas. El uso del agua en este conjunto de actividades afecta en gran medida los recursos hídricos, propiciando su degradación y contaminación.
Asimismo, los patrones de consumo y producción entre economías coinciden también con el impacto a este recurso. Los países con mayores ingresos tienen más capacidad para producir y consumir productos manufactureros que los países en vías de desarrollo, por ende, tienen una mayor huella hídrica en términos de producción y hábitos de consumo. En la última década la demanda total de bienes manufactureros de los países con mayor ingreso fue 3.44 veces la demanda de los países pertenecientes al segundo grupo, no nada más por sus hábitos de consumo, sino también porque son más industrializados y demandan insumos de manera insensiva, como el agua, para la producción de bienes industriales. Así como se puede calcular que región del mundo consume más agua en términos de producción y consumo de bienes, también podemos saber, con el indicador de huella hídrica, cuánta agua consume un individuo en su día a día.
La huella hídrica de las actividades diarias y de los alimentos
La Organización de Naciones Unidas (ONU) estima que una persona consume, diariamente, como mínimo de 50 a 100 litros de agua para cubrir sus necesidades básicas como el higiene personal, la limpieza del hogar y el saneamiento, que incluye el uso del inodoro. Este consumo diario no incluye el agua que se requiere para la elaboración de la comida, un volumen que ronda los 2000 a 5000 litros. Todos los alimentos tienen una huella hídrica; sin embargo, la magnitud de la huella depende de la cantidad de procesos involucrados por los que ha pasado el alimento.
Existen alimentos cuya huella hídrica se puede considerar alta debido a la elevada demanda de agua para su producción. Por ejemplo: para producir 1 kilogramo de carne de res se requieren aproximadamente 15000 litros de agua que se consumen desde la crianza del animal hasta su sacrificio. El animal consume en promedio 7200 kilogramos de forraje, 1300 kilogramos de granos y 7000 litros de agua para mantenimiento, por lo cual, la carne es uno de los alimentos con la huella hídrica más alta si se compara con la producción de calabaza, ya que 1 kilogramo solo emplea 147 litros. También es importante mencionar que entre más procesado este un alimento mayor será su huella hídrica, por ejemplo, una rebanada de pan de 30 gramos requiere 40 litros o una bolsa de frituras de 45 gramos necesita 185 litros de agua.
Reflexión final
Es importante recordar que el agua es un recurso finito. Cada gota que usamos en nuestra vida diaria cuenta. Al ser conscientes de nuestra huella hídrica como sociedad, podremos tomar decisiones más informadas que reduzcan nuestro uso y ayuden a preservar este valioso recurso para las generaciones futuras.
Además, la huella hídrica nos permite ver más allá del uso directo del agua en nuestras vidas y considerar el agua “virtual” que se utiliza en la producción de bienes y servicios. Esto puede ser especialmente relevante en el caso de los productos tecnológicos, que pueden tener una huella hídrica significativa debido a la cantidad de agua necesaria para la extracción de minerales y la producción de componentes.
Referencias
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