Marianas: Un viaje a lo más profundo del planeta

La Fosa de las Marianas es una maravilla geológica que desafía los límites de la vida en nuestro planeta. Ubicada en el océano pacifico occidental, a unos 200 kilómetros  al este de las islas Marianas, es una depresión del fondo marino considerada el área más profunda conocida de los océanos de la Tierra.

Geología y origen de las Marianas

La fosa tiene forma de media luna y mide  2550 kilómetros  de largo por unos 70 kilómetros de ancho. Se calcula que la zona más profunda se encuentra al sur. Es un pequeño valle conocido como el Abismo de Challenger con una profundidad de 10994 metros, sin embargo, algunas mediciones llevan su punto más profundo hasta los 11034 metros.

Se formó como resultado de un proceso de las placas tectónicas conocido como subducción. Este proceso ocurre cuando una placa tectónica oceánica se hunde bajo otra placa, ya sea oceánica o continental. En este caso, las placas que interactúan son la del Pacífico y la de Filipinas. La subducción también puede generar actividad sísmica y volcánica en la región, debido a la fricción y el calor generado por el movimiento de las placas.

En el fondo de la fosa la columna de agua ejerce una presión de 1086 bar (15,750 psi), más de mil veces la presión atmosférica normal al nivel del mar. Con esta presión, la densidad del agua incrementa 4.96 %. La temperatura en el fondo oscila entre 1 y 4 0C y en ausencia total de luz solar, es la zona más oscura del planeta.

Aunque su exploración por las condiciones antes mencionadas ha sido un verdadero reto para la curiosidad científica, el ser humano encontró la forma de llegar ahí.

Primeras exploraciones de la fosa de las Marianas

Los primeros humanos en explorar la zona eran tripulantes de la  fragata de la Marina Real Británica el Challenger. En 1951 haciendo uso de ecolocalización, hicieron la primera medición de su profundidad estimando que la fosa tenía 11012 metros. Posteriormente, en 1960, buzos especializados descendieron un tramo usando el  batiscafo “Trieste” creado por Auguste Piccard y capitaneado por su hijo James. Con este aparato pudieron evitar las condiciones extremas y determinaron que el fondo de la fosa se encontraba a 11034 metros de la superficie.

Conforme avanzaba la exploración de la zona, los científicos encontraron vida, algo que no creían posible dada las condiciones de la zona, el primer animal que avistaron fue una especie de calamar gigante, del género Architeuthis, tiempo después, exploradores japoneses lograron identificar más de 200 formas de vida unicelular.

Vida en la oscuridad

La vida prospera en esta zona albergando a una gran cantidad seres vivos, organismos que han desarrollado adaptaciones evolutivas sofisticadas que les han permitido sobrevivir a este ambiente tan extremo. Se han encontrado, aunque son raros, peces abisales bioluminicentes; pequeños anfípodos o crustáceos parecidos a los camarones, conocidos por su gran resistencia a altas presiones; gusanos poliquetos y nematodos, presentes en el sedimento marino e importantes por su papel en el ecosistema como descomponedores; pepinos de mar, presentes en el fondo de la fosa; algunos cefalópodos, como calamares; organismos unicelulares que tienen concha externa, mejor conocidos como foraminíferos; y otros organismos unicelulares como bacterias y arqueas extremófilas, importantes en los procesos biogeoquímicos de la fosa.

Todos estos organismos juegan un papel importante y su entorno en sí mismo, en la conservación marina y el estudio del cambio climático. La investigación en esta área puede proporcionar información valiosa sobre cómo los cambios en la superficie del planeta afectan los ecosistemas más profundos y cómo estos, a su vez, influyen en los ciclos globales como el del carbono.

Reflexión final  

La Fosa de las Marianas, como la región más profunda de nuestros océanos, representa un mundo completamente nuevo y vasto para ciencia. Esta área despierta un profundo interés y ofrece perspectivas únicas en varios campos de la biología marina; la geología para una mayor comprensión de la tectónica de placas; así como para el cambio climático y los ciclos biogeoquímicos.

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